martes, 18 de mayo de 2010

Cartas de un anciano: Días felices.




Querido lector:

Hoy he caido en la cuenta de que la gente de edad media o anciana, suelen responder que sus mejores días fueron en su etapa de "mozo", cuando tenían un cuerpo sano, no tenían que trabajar solo estudiar y sus únicas preocupaciones eran aprobar el próximo examen y la chica aquella a la que mirabas en clase de física soñando con poder besarla algún día. Muy a mi pesar, a mi me pasa todo lo contrario, mi etapa de estudiante fue la peor en mi longeva vida.

No es que estuviera marcada especialmente por ningún hecho que me hubiera causado algún trauma psicólogico, nunca me pelee con un compañero en la escuela, ningún profesor me tenía especial manía (aunque recuerdo que mi profesor de lengua castellana tenía la mania de puntuarme los exámentes por lo bajo) y mi padre, aunque estricto, se comportaba dentro de los límites permisibles para un padre.

Si me preguntaran cuales son los días mas felices de mi vida, no sabría que contestar. Los momentos félices han estado colocados aleatoriamente a lo largo de mi vida, el único problema es que cuanto mas felicidad sentía, cuanto mas alto estaba en el pedestal, mas dolorosa era la caida, lo que hacer que no pueda decidirme de cual fue la mejor época de mi vida. Irónicamente, a veces me da por pensar que la mejor parte de mi existencia fue mi no-existencia. Si, ya sabeis, el hecho de encontrarte todavía dentro del útero de tu madre, alimentandote de ella cual parásito.

Os preguntareis, ¿de verdad te acuerdas de cuando eras considerado un feto (ni siquiera un ser humano)?. Pues la verdad es que no, y eso es lo que me hace pensar que esa fue la mejor época, ya que no guardo ningún recuerdo malo (y támpoco buenos), por lo que está en un balance bastante equilibrado. Cada día que pasa, estoy mas convencido de que aquellos diez meses que pasé en el interior de la placenta (si, diez meses, pero eso es otra historia) fueron los mas "felices", mejor dicho los menos tristes, de mi vida. Una buena noche, un doctor me sacó de aquel estado de ignorancia y me miró con unos tristes ojos como diciendo "bienvenido al mundo que te hará llorar". Me levantó y me dio un golpe en la espalda...


...el primero de muchos que mas tarde me daría el destino.